domingo, 15 de abril de 2018

20 frases de Eduardo Galeano que sacuden el alma.


A los 14 años comenzó a vender sus primeras caricaturas políticas a diarios de Montevideo. También trabajó como obrero, mecanógrafo y cajero de banco pero en los años '60 comenzó su carrera periodística con la máxima de que nada humano le sería indiferente. Era Eduardo Galeano.

Y cumplió su promesa. En 1971, con 31 años, publicó “Las venas abiertas de América Latina”, un libro censurado que se convertiría en un clásico de la literatura política latinoamericana. Sin embargo, tras el golpe de estado de 1973, tuvo que marcharse a Argentina y luego a España.


Aquellas experiencias le marcarían, haciendo que trascendiera el periodismo para adentrarse en la ficción, la historia y, por supuesto, el análisis social. También puso mucho de su parte: sabía escudriñar en lo más profundo del alma humana para tejer palabras que sacuden el alma bruscamente y sin avisar.


De hecho, alguien dijo que era un coleccionador de pequeñas historias que regalaba como si fueran dulces que llevara en los bolsillos de su pantalón.


Su vida se apagó un día como hoy, hace tres años, por lo que no hay mejor momento para recordar algunas de las frases de Eduardo Galeano que nos revelan verdades como puños.



Frases de Eduardo Galeano sobre la vida, la sociedad y nuestro lugar en el mundo



1. “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”.


2. “Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores”.


3. “Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”.


4. “El mundo se divide, sobre todo, entre indignos e indignados, y ya sabrá cada quien de qué lado quiere o puede estar…”


5. “Culto no es aquel que lee más libros. Culto es aquel que es capaz de escuchar al otro”.


6. “Estamos en plena cultura del envase. El contrato de matrimonio importa más que el amor, el funeral más que el muerto, la ropa más que el cuerpo y la misa más que Dios”.


7. “Si me caí es porque estaba caminando. Y caminar vale la pena, aunque te caigas”


8. “El código moral del fin del milenio no condena la injusticia, sino el fracaso”.


9. “Ojalá podamos tener el coraje de estar solos, y la valentía de arriesgarnos a estar juntos”.


10. "La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que camine nunca la alcanzaré. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar".


11. “En un mundo de plástico y ruido, quiero ser de barro y de silencio”.


12. “Libres son quienes piensan, no quienes obedecen. Enseñar, es enseñar a dudar”.


13. “Para no ser mudos, hay que empezar por no ser sordos”.


14. “Hay un único lugar donde ayer y hoy se encuentran y se reconocen y se abrazan. Ese lugar es mañana”.


15. “Las únicas certezas dignas de fe son las que desayunan dudas cada mañana”.


16. “La caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo”.


17. “El mundo al revés nos enseña a padecer la realidad en lugar de cambiarla, a olvidar el pasado en lugar de escucharlo y a aceptar el futuro en lugar de imaginarlo. En la escuela son obligatorias las clases de impotencia, amnesia y resignación”.


18. “La civilización que confunde a los relojes con el tiempo, al crecimiento con el desarrollo y a lo grandote con la grandeza, también confunde a la naturaleza con el paisaje, mientras el mundo, laberinto sin centro, se dedica a romper su propio cielo”.


19. "Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen…"


20. “Son los árboles que dan frutos los que sufren las pedradas”.


Una última frase de Eduardo Galeano, que prácticamente toma el matiz de consejo o recordatorio: “El automóvil, el televisor, el vídeo, la computadora personal, el teléfono celular y demás contraseñas de la felicidad, máquinas nacidas para ‘ganar tiempo’ o para ‘pasar el tiempo’, se apoderan del tiempo.


Rincón de Psicología.


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