viernes, 24 de febrero de 2017

Pensamientos tóxicos versus pensamientos sanadores


En este preciso momento, mientras escribo este artículo, tengo la opción de ver el trabajo color de rosa o color de hormiga. Si elijo esta última, lo más posible es que me piquen las hormigas, que son esos pensamientos negativos que tanto nos mortifican. Es una cuestión de libre albedrío, así de simple… y de complejo.

Obviamente, no siempre es posible tener una sonrisa de oreja a oreja y pensamientos coloridos, pero mantener a raya aquellos pensamientos que alimentan la frustración, el miedo, la rabia, la tristeza o la desesperanza y sintonizarse con pensamientos que alimenten la esperanza, la alegría, la confianza, el optimismo y el bienestar, definitivamente nos hace la vida más llevadera.
Dime qué piensas y te diré quién eres
Desde pequeños somos condicionados a percibir la realidad de cierta manera. Nuestros padres, la escuela, nuestros amigos y los medios de comunicación nos influyen con su manera de ver la vida, para bien o para mal. En algunos aspectos, esto se asemeja a un programa de computación, que se coloca en el disco duro y empieza a correr automáticamente…, a menos que lo reprogramemos.

Afortunadamente, en los últimos años la ciencia ha descubierto que nuestro cerebro es muy moldeable, propiedad a la que se llama neuroplasticidad, por la cual dicho órgano es capaz de generar nuevos circuitos neuronales, y así renovarse y regenerarse constantemente.
Esto significa que nuestros pensamientos son recursos renovables y que,independientemente de que hayamos crecido pensando, por ejemplo, que no somos dignos de amor, o que no podemos alcanzar nuestros sueños, la buena noticia es que esto es perfectamente reversible… y necesario.

Borrón y cuenta nueva
Lo primero que tenemos que hacer es tomar consciencia de que tenemos un programa corriendo mecánicamente en nuestro cerebro, e identificar esos pensamientos tóxicos que no nos prestan ningún servicio.

Haz una lista de todas esas ideas poco amigables, en las distintas áreas de tu vida: individual, profesional, intelectual, financiera, de pareja, social, salud, etc. Esto te dará poder y control sobre esos pensamientos ponzoñosos, ya que al hacerlos conscientes, puedes atajarlos cuando aparezcan, en vez de que simplemente formen una parte indiferenciada de ti mismo.

Luego, prepara el terreno para nuevos y vibrantes pensamientos, por medio de la meditación y la relajación. Estos recursos calman la mente y nos permiten conectarnos con la voz de nuestro ser genuino, con nuestra intuición y nuestro corazón, desde donde solo manan pensamientos promotores de bienestar. Hay diferentes formas y tradiciones de meditación para escoger, que utilizan distintos medios, como la respiración, el silencio, la música, para acallar los pensamientos tóxicos y hacer borrón y cuenta nueva en nuestra mente.
A continuación, atrévete a verte a ti mismo y a las circunstancias de manera diferente. Anímate a reescribir tu propia historia, a cambiar el rumbo que viene trayendo tu existencia. Los límites no existen más que en tu mente. Las posibilidades son infinitas…
Mantenerse en sintonía con el pensamiento positivo
Para evitar retroceder a los viejos patrones de pensamientos tóxicos, hay varias medidas que podemos adoptar:
• Dedicar un tiempo regular a la meditación, la relajación y/o los ejercicios respiratorios, por lo menos una vez a la semana.

• Hacer ejercicio, ya que esto cambia el foco de la mente hacia el cuerpo y además oxigena el cerebro.

• Evitar relaciones tóxicas y rodearse de personas constructivas, generosas y empáticas.

• Cuando estamos frente a personas negativas, ser la "luz" para ellas, tratándolas con amabilidad y paciencia, porque la bondad se irradia y es contagiosa.

• Mantenerse en contacto con la naturaleza, ya que su serenidad y energía vital nos desintoxica y nos recuerda la belleza de nuestra naturaleza interior.

Recordemos que nuestra esencia real está por encima de los pensamientos, que estos van y vienen porque son de naturaleza temporal y cambiante, así que no debemos aferrarnos demasiado a ellos, sino más bien sintonizarnos con nuestro corazón e intuición, fuente de verdadera sabiduría.




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