domingo, 5 de febrero de 2017

BÚSQUEDA DE LA VISIÓN INTERIOR


La persona estudia la naturaleza de la materia y descubre que es una manifestación de la Mente. No tiene dicotomías. A través de la reflexión sobre la mente sabe que las explicaciones de la evolución universal son ciertas sólo desde el punto de vista relativo. Que todo son manifestaciones mentales, procesos, energías, principios, substancias. Así alcanza la comprensión de la unidad suprema de todas las cosas, impidiendo que cualquiera apariencia contraria lo aparte de esa concepción. Está convencido del hecho de que en cada aliento y cada pensamiento él está participando en la construcción de este universo en una tarea común con la Mente Universal.
Después que el vacío se llena con la presencia del Puro Pensamiento, el hombre vuelve a los contenidos de la consciencia normal sin sentir que cruza un abismo de diferencias, con el resultado de que tiene menos dificultades para establecer un vínculo de continuidad y armonía con relación a sus experiencias previas. Su atención reflexiva se dirige a su vida activa cotidiana, tanto en relación con su pensamiento cuanto a cualquier acto que realice su cuerpo. Disciplina su consciencia, para mantener la idea corporal sin identificarse con ella, para funcionar por medio de los cinco sentidos sin dejar de funcionar en la Mente Infinita.
A medida que continúa uniendo la reflexión metafísica con la contemplación mística, surge dentro de él una nueva facultad que no tiene las limitaciones del intelecto razonador ni la parcialidad emotiva del rapto místico. Es superior a ambos. En sánscrito se llama a este estado de consciencia “aquello que está lleno de todo”.
Esto provoca una iluminación que va más allá del yoga común. Se produce una elevación de toda la naturaleza del aspirante. Pero a pesar de la repentina aparición de esta visión interior hace falta tiempo para que alcance su madurez. Hasta no llegar a una etapa continua, natural, alcanzada sin esfuerzo, no ha llegado al grado final.
Este estado carente de esfuerzo sólo se produce después de un largo noviciado. La consciencia Trascendental sólo se manifiesta manteniendo constantemente enfocada la Realidad a lo largo de todo el día. Se debe mantener el estado de alerta como proceso ininterrumpido de armonización de la Mente no manifestada, con sus ideas siempre presentes.
Al estabilizarse en forma permanente de día y de noche, el hombre habita en su unidad inquebrantable. Acerca su conocimiento de la Realidad a su vida terrenal cotidiana. Con este logro se completa su entrenamiento ultra místico. El pensar ahora es una actividad iluminada, no podrá dejar de ser un sabio. Ya sea despierto o dormido, ese hombre está sostenido por su enigmática trascendencia.
El concepto de esta visión interior, trascendental, hace comprender que la existencia cotidiana del hombre es en sí misma importante y milagrosa, como en cualquier partícula en donde no está ausente la existencia Unica. Esta visión del carácter fundamental de toda existencia no es nada más que la natural inteligencia del ser humano desarrollada hasta sus máximos límites.
Conocimiento, meditación y trabajo altruísta, constituyen la sagrada trinidad que proporciona al hombre su iluminación. La forma correcta de realizarlas es con armonía consciente, al mismo tiempo y con el mismo fin. Así, la sabiduría surge de la totalidad de la experiencia vital. Estas cualidades al fusionarse producen la visión interior. No se debe ni puede eludir la integración armoniosa de estas tres etapas. Deben concretarse con amor e inteligencia, con fe y voluntad, a través de la práctica sistemática de la meditación.
La Gracia se puede manifestar de innumerables maneras las que son afectadas por la concepción espiritual de quien la ha experimentado. La visión interior que se busca puede sobrevenir como un rayo de súbita iluminación. La meditación no provoca la visión interior, sólo plasma las condiciones necesarias para atraerla. No se deben tomar los medios por el fin, si fuera así nunca se encontrarían los objetivos.
Todas las técnicas se crearon con el propósito de abrir la puerta a la visión interior. El estudiante debe conservar un criterio flexible, puro, no dogmático. No se debe practicar una técnica o rendir culto a una doctrina por sí misma. Debe comprender que la nueva consciencia que surge gracias a esa técnica sirve para darle mayor vida y libertad, y esto sucede cuando nos desapegamos de nuestras posesiones y concepciones y no cuando nos atamos.
Cualquier método yoga inicialmente requiere aquietar la mente y éste no escapa a ese requerimiento. Por lo tanto, habiendo aprendido a aquietar la mente, la persona puede continuar con los ejercicios que detallamos a continuación. No debe practicarlos todos, sino alternadamente, durante semanas o meses, media hora o una hora en la mañana y en la tarde. Deben realizarse regularmente. Esta meditación puede “aparecer” en momentos insospechados de la vida activa de la persona. En tal caso, debe abandonarse lo que se está haciendo, concentrando la atención hacia dentro, para aprovechar la dulce serenidad y reflexionar inteligentemente sobre ella. No se debe adoptar una actitud mecánica ni pedante. Es algo muy misterioso que se refiere a la existencia interior, sin embargo, no está apartado de la existencia exterior. Cualquiera puede lograr este fin si realiza la tarea con inteligencia y comprensión, de manera correcta, y si aparece el influjo de la Gracia.
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Meditación sobre el sol
Ayuda a purificar las actitudes centradas en sí mismo y a provocar un descenso de la Gracia desde el Yo Superior. Es una práctica simple, pero su valor es incalculable. Es una invocación humilde y un saludo a aquel poder supremo que se ha manifestado en la forma de este universo, es un reconocimiento de la unidad del hombre con la Naturaleza. La luz es el primer estado de la materia, es la primera energía emanada de Dios.


Este ejercicio se relaciona con la aparición y desaparición del sol en el cielo. En el atardecer y en el amanecer, se producen determinadas fuerzas místicas que ayudan al hombre a la comunión con la Naturaleza. Debe realizarse todos los días del año, la primera práctica es dentro o fuera de la casa, en un sitio aislado, con el rostro vuelto hacia el este en la mañana y al oeste en la tarde. Si lo practica dentro de la casa, debe estar frente a una ventana que le permita ver el sol o sus rayos. La persona debe sentarse con los pies bien apoyados en el suelo y las piernas ligeramente separadas, no cruzadas.

El estudiante debe contemplar la salida o desaparición del sol en el cielo, alejar sus pensamientos y concentrar su atención en lo que está contemplando. Los rayos de luz deben penetrar en el cuerpo a través de los ojos. Absorbidos de esta forma ayudan a la salud física, al restablecimiento de la energía perdida, a la purificación de un nocivo carácter emocional, al apaciguamiento de un corazón preocupado y, además, posee la virtud de desinfectar los sitios insanos.
En la segunda etapa, debe sumergirse en una profunda pausa interior, igual que el sistema solar lo hace por unos instantes, para sentir lo que realmente está ocurriendo dentro de la gran existencia de la cual él es un fragmento. Así como el sol del amanecer ilumina el mundo físico, así también el Sol que está detrás del sol, la luz mística de la Mente Universal, ilumina el mundo mental del hombre, siempre que esté presente y en estado de consciencia pasiva para recibir ese poder.
En la tercera etapa, el estudiante procurará moverse al compás de la luz del amanecer o del atardecer, hasta abarcar todo el planeta, igual como lo hace ella. Para realizarlo debe imaginarse como un ser desencarnado y sólo mental, e identificarse empáticamente con la vida de todos los seres de todos los reinos de la Naturaleza. Debe sentirlo vívidamente con fe y convicción. Así ejercita su creencia de que es mente y no materia, refuerza su relación con el resto de la vida cósmica y comprende que su propia vida tiene una sublime significación.
Reconoce la meta de esta etapa, cuando el entorno se desvanece, cuando su atención se vuelve totalmente hacia dentro absorbido por el maravilloso estado de espíritu así invocado y cuando se siente integrante de ese ser universal. Cuando “sienta” amor como respuesta a esa relación, debe dejar de absorber ayuda del Todo para trasladarla compasivamente a los demás. En su imaginación deberá ver a sus semejantes bañados por la luz y sublime paz que lo embarga a él.
Primero, sus esfuerzos se deben dirigir a sus seres más queridos y a todos los seres a quienes desea ayudar y hacia toda la humanidad. Además, deberá pensar en quienes sean hostiles a él, los que se presentan a él como maestros, porque el papel que cumplen es el de poner de manifiesto sus propias faltas. Si los que lo atacan exageran injustamente los hechos o los falsifican deshonestamente, el Karma entrará en juego, produciendo el sufrimiento y purificación necesarios. El estudiante puede desearles su desarrollo moral interno, no es necesario que les dedique su amor.
El ejercicio se concluye con una plegaria personal, en silencio, dirigida al Yo Superior. El ejercicio del amanecer es mejor que se utilice para pedir fuerza, luz, verdad, comprensión, inspiración y ayuda material. El del atardecer, para pedir paz, calma, libertad, altruismo y oportunidad para realizar servicio. Esta meditación se relaciona con el acto de la plegaria y con la difusión de la gracia.
Meditación sobre el pasado
Debe practicarse por la noche antes de dormir, permaneciendo en la cama con las piernas estiradas, sin cruzarlas. Debe rememorar los principales acontecimientos del día, comenzando desde ese mismo momento, e ir retrocediendo en el tiempo con todas o las principales experiencias, sentimientos e ideas. Debe tratar de revivir también los sueños que tuvo la noche anterior. Termina este ejercicio, cuando logra verse acostado, a punto de dormirse la noche anterior.
Es recomendable pensar en imágenes intensamente vívidas para favorecer la concentración. Lo esencial es ver el propio cuerpo en actividad como si se tratase de otra persona. Todos sus actos, pensamientos, actividades, debe verlos con imparcialidad, debe adoptar una actitud de desapego que le permita poner en evidencia sus complejos inconscientes y sus motivos ocultos, ver críticamente sus propios sueños, actos, etc., de acuerdo con las exigencias éticas e intelectuales más elevadas. Es una práctica muy importante en la enseñanza ocultista.
Este ejercicio requiere imaginación creativa, tanto para permitirle recordar su pasado, cuanto para permitirle esta bifurcación de la consciencia, así se crea un medio efectivo para el auto mejoramiento. Al purificar sus motivaciones, educará sus emociones, fortalecerá el poder de la voluntad y mejorará su capacidad mental.
El estudiante va comprendiendo entre meditación y meditación que el día pasado ahora sólo es un recuerdo y, por lo tanto, una forma mental. Cada cosa que ve, incluso él mismo, todo es una serie de formas mentales. Comprende que la mente constituye todas las cosas, porque ahora contempla en esa mente todo lo que antes consideraba que estaba afuera. No se trata de que las formas particulares objetivas del ser se desvanezcan, sino que el ser mismo de esas cosas entra en una extraña relación íntima con el ser del estudiante, en un misterioso punto central en su interior.
El propósito final de este ejercicio, es el de despertar en el estudiante la consciencia del observador oculto. Sentirá intermitentemente que hay dentro de él algo que es diferente de los sucesos pasajeros mismos, que es el Testigo imperturbable de dichos acontecimientos y sentirá una y otra vez el indescriptible desapego que le advierte que algo supra terrenal habita en su interior.
Una meditación sobre el futuro
Los momentos previos al dormir son importantes, porque tienen el poder latente de transformar la existencia mental, moral y física del hombre. Para quien esté empeñado en la búsqueda del Yo Superior, son aún más importantes, porque además tienen el poder latente de transformar su consciencia.
Acostado, debe reflejar lo que su mejor yo desea que él piense y haga; debe visualizarse con cualidades específicas morales y mentales, poniéndolas en práctica. Imaginar cómo reaccionará correctamente en sus contactos con las personas. Debe hacerlo como si fuera un espectador indiferente que observa impertérrito su personalidad. Los resultados obtenidos se medirán por la intensidad con que se presenten en su consciencia estas imágenes, junto con la calma absoluta de los sentidos.
El punto esencial es el de quedar profundamente dormido en medio de esta práctica.
Este ejercicio remodela el carácter, plasmando virtudes y méritos. El estudiante podrá descubrir que la conducta visualizada se convierte en activa, sin tensión y sin oposición. En alguna medida transforma el karma. Como la mente es la base verdadera de toda circunstancia, son afectadas todas las situaciones futuras cuando las imágenes mentales son intensamente sustentadas durante el ejercicio.
Con el tiempo, en momentos inesperados de su rutina, se dará cuenta de una fuerza interior que, paradójicamente, le resulta grande en la medida en que reconoce que eiia deriva de una fuerza que está más allá de él mismo, algo que es universal e impersonal. Deriva del oculto observador. Así aprende a separar al “alma” impersonal de su yo activo por una comprensión metafísica de ambos aspectos en sí mismo, junto con el esfuerzo periódico de bifurcar su consciencia.
Una meditación sobre el ser temporal
Bastan tres minutos para este ejercicio que se realiza durante la actividad rutinaria o en momentos libres. Es importante entrenarse a comenzar la práctica de súbito, abandonando de inmediato todos los demás pensamientos, para sumirse en la perspectiva que este ejercicio requiere. Se debe rechazar bruscamente todo pensamiento o deseos que se tenga en ese momento, suprimiendo toda referencia personal, ubicándose en la posición mental de un hombre que despierta de un sueño y que se da cuenta que estaba desempeñando un papel protagónico en ese sueño y que al mismo tiempo era el testigo de ese sueño.
Debe apartarse y caer en una indiferencia respecto de sus intereses preocupaciones o placeres. Debe tener presente que, detrás de todos los pensamientos que cambian, la consciencia que los observa permanece inmutable. Debe tratar de identificarse con esa consciencia inmóvil e inalterable, desentendiéndose de su consciencia habitual.
Lo ayudará en su esfuerzo la reflexión sobre la relación entre el soñador despierto y el soñador dormido. El estudiante debe comprender que todas las experiencias asumen forma en el espacio y tienen una consecución temporal. El elemento testigo no tiene forma alguna y está libre del tiempo. Debe abandonar temporalmente la creencia convencional y pensar que el espacio y el tiempo están viajando en él en su individualidad superior. Es muy importante que logre separarse del mundo temporal total y bruscamente.
La meditación voluntaria en el observador infinito que siempre está en él y dentro de él, desata cada eslabón de su cadena. Para el hombre resulta imposible imaginar la vida fuera del tiempo de la Mente Universal, sin embargo, puede experimentar el sin tiempo de la pura Mente, igual que su Yo Superior, que es el hecho siempre presente en su vida. Hallará en sí mismo la comprensión de aquello que la razón afirma y que la religión señala: que el alma es atemporal.
Una meditación sobre el soñar
Cuando la persona se dispone a dormir, debe dirigir sus pensamientos al futuro, procurando imprimir fuertemente en su consciencia la sugestión de que sus próximos sueños sean lógicos, luego debe figurarse a sí mismo atravesando determinadas experiencias, como protagonista de dichos sueños. Tienen que ser racionales y lógicos. Debe verse como si estuviera despierto por la fuerza en su propio sueño, conservando la consciencia de que está soñando, pero no consciente del mundo físico que ha dejado atrás. La mente debe estar absolutamente atenta y nada debe apoderarse en esos momentos de ella.
Es muy útil tomar nota de los sueños más vívidos y lúcidos, en forma resumida. Si se desea recordar más detalles de un sueño, es conveniente no incorporarse bruscamente de la cama. Su concentración debe estar enfocada sólo sobre el pensamiento del último momento del sueño.
El estudiante convencido de la verdad del poder de la mente, tendrá rápidamente éxito en esta empresa, porque en su ser íntimo puede conservar la verdad de que todas sus experiencias son construcciones mentales, y esta verdad la podrá aplicar fácilmente a su actividad onírica. Debe pensar que en su vida diaria, lo que hace en un momento es al momento siguiente algo semejante a un “sueño”, porque se irá al pasado y sólo se puede recuperar recordándolo.
Este ejercicio se debe efectuar con perseverancia y con el tiempo podrá sentir que está despierto en medio de sus sueños. La persona que ha obtenido resultados, los que son paulatinos, tendrá sueños muy vívidos, con juicio crítico y coherencia, porque todas sus facultades, juicio, memoria, voluntad, etc., trabajan como en estado de vigilia. Se debe utilizar este ejercicio para dar impulso a las ideas más elevadas. Tendrá que mantener la ética, es muy importante para no exponerse a peligros.
El soñador en la condición correcta puede obtener que ocurran cosas que su voluntad determine. Podría visitar lugares distantes o conversar con personas alejadas de él. Se sentirá exaltado al sentir que tiene la capacidad de plasmar la existencia. No obstante, deberá tener presente que todo es una aventura de la fantasía y al despertar volverá a su realidad cotidiana. Con el tiempo, al concentrar su atención en un suceso o una persona durante su sueño, comprobará que se está desarrollando en él una especie de clarividencia.
La vida onírica se transforma – con la meditación sobre el soñar – en un logro práctico porque el dormir se plasma en horas conscientes en las que se puede realizar una labor mental y un trabajo espiritual favorable para los demás. El valor metafísico estriba en su clara comprensión acerca de la índole del mundo exterior y de la persona que experimenta dicho mundo. El valor místico se encuentra en su poder para dividir la consciencia en dos partes: una, el observador impersonal que siempre es el mismo y la otra, la personalidad que experimenta los cambios.
La finalidad principal de la meditación, no es inducir a vivir en un universo de fantasía, sino introvertir la atención, con el objeto de abandonar el punto de vista personal. Si la intención del estudiante ha sido pura, percibirá en algunos momentos durante la vigilia una especie de estado de ánimo de ensoñación carente de tema. Si es así, la representación plástica de su rostro o cuerpo se presentará una y otra vez y de manera vívida ante sus ojos. Si es posible mantener esta visión firmemente, se manifiesta la próxima etapa. Consiste en tener una sensación bien definida de estar separado del cuerpo y colocado detrás o encima como un espíritu desencarnado, lo que es una descripción literal del hecho.
El estudiante no debe asustarse por esta experiencia porque desaparecerá sin ningún daño para nadie. Con el tiempo el estudiante descubrirá que otra presencia ha nacido a la vida, dentro de su órbita mental: una presencia etérea. Debe mantenerse en esta atmósfera divina, desde el primer momento que ronde en torno a él.
Una meditación sobre el dormir
Hay un momento entre el sueño y el estado de vigilia, un muy pequeño instante, en el que la consciencia sólo es consciente de sí misma, igual situación sucede al entrar al dormir, ambos son momentos fundamentales.
Este ejercicio debe efectuarse en la noche, justo antes de dormir. El proceso del dormirse empieza por los pies y continúa hasta la cabeza. Este es el momento en que se filtra el mundo desde la consciencia a través de los cinco sentidos, después de esto la persona se duerme. La pausa previa al dormirse, de una fracción de segundo, es la que hay que vigilar en extremo. Debe evitarse que la atención fluctúe y se desconcentre.
El estudiante debe superar la pérdida total de consciencia, conquistando el proceso del dormir. No se trata de impedir el dormirse, sino en no caer en la total ignorancia que le ocurre al entrar a ese estado. Tiene que lograr mantener su consciencia alerta, aún cuando su cuerpo y su facultad de pensar se hallen en completo reposo. Debe observarse a sí mismo y mantenerse alerta para resistir el advenimiento del sueño en esa fracción de segundo.
Este es el momento en que el hombre común puede perder hasta el más pequeño germen de conciencia durmiéndose. El estudiante, en cambio, por medio de su práctica, transforma este momento en la capacidad de penetrar a la luz misma.
El estudiante que logra retener el “punto crucial” pasa de ese estado al de la Mente – el trasfondo de todos sus conscientes momentos mentales – y lo retiene como un vislumbre de total vacío a lo largo de toda la noche. Si lo logra, caerá en una completa auto absorción. El cuarto estado – turiya – le llegará sin darse cuenta. En un momento estará en el común estado de vigilia y en el momento que sigue estará en el estado trascendental. El proceso de transición tiene lugar en un lugar fuera de su propia consciencia. Se dará cuenta entonces que se encuentra en un nuevo universo del ser.
Este ejercicio se puede practicar también en la mañana, pero no presenta las mismas garantías. Deberá cerrar los ojos e interiorizar inmediatamente la atención, enviando sus primeros pensamientos a esa fracción de segundo previo al despertar, dejando que el mundo permanezca a distancia por unos minutos. Tiene que llenar esos minutos con una concentrada búsqueda de realización. Podrá descubrir que le es posible experimentar intermitentes vislumbres de esta trascendencia durante las actividades del día.
Quien sea que logre este estado trascendental, ya nunca más caerá en la completa inconsciencia. Nunca se hundirá en el sopor del dormir. Por supuesto, dormirá, pero su sueño no carecerá de consciencia.
Para conseguir este resultado se requiere un prolongado entrenamiento. El estudiante que logra realizar esta práctica, descubrirá que la consciencia trascendental lo acompañará hasta en sus actividades más febriles, en forma intermitente durante el día y en forma constante durante la noche.
Lo curioso del oculto observador, es que está mucho más despierto cuando estamos más dormidos y que está perfectamente consciente cuando estamos absolutamente inconscientes. Es el “Yo” que está siempre alerta, es nuestro ser verdadero. Es la esencia misma de toda consciencia y por lo tanto la esencia misma de los otros tres estados: dormir sin sueños, dormir con sueños y vigilia. Es atemporal, aespacial, inmaterial, sin causa, impersonal y libre.
El dormir, en el estado psicológico actual de la humanidad, puede volverse pleno de iluminación y sentido para la persona evolucionada.
Una meditación sobre el camino de la serpiente
El intervalo que existe entre dos pensamientos es la quietud de la Mente misma. En la consciencia ordinaria este intermedio no es reconocido. El nombre tradicional es “el camino de la serpiente” porque pretende hacer que la atención se deslice como una serpiente que busca y se apodera del estado intermedio de las ideas.
Antes que un silencioso vacío intelectual alejado de toda comprensión, se deberá más bien reconocer la relación entre el pensar como acto y su ser como pensador. Los obstáculos que obstruyen su camino son el pensamiento del mundo y el pensamiento del “yo”. Se logra anularlos comprendiendo que la forma espacio-temporal del mundo incluye sus propios sentidos corporales, así asume la idea del mundo y la trasciende. Con el yo personal debe aplicar el mismo tipo de esfuerzo, porque es el mayor obstáculo.
La consciencia del estudiante debe reparar entre los espacios que dejan entre sí los pensamientos y conseguir extenderlos cada vez más. Para obtener este resultado debe mantener una atención alerta, dinámica y perseverante. La mente encuentra su propio significado como una intuición, porque la visión interior irrumpe en forma inesperada, repentina y espontánea y debe asírsela con el objeto de que no escape.
Esta meditación tiene tres etapas: en la primera, la consciencia exterior comienza a desaparecer hasta que se esfuma; en la segunda, el sentido de la personalidad se esfuma también; la tercera es la etapa más profunda y en ella sólo permanece la existencia amorfa, ilimitada y atemporal.
Se percibe un estado de iluminación suprema, el estudiante se siente vacío y liviano, ha perdido la consciencia del cuerpo, sin embargo, el sentido de la existencia es muy fuerte, aunque no hay sensaciones de existencia física. Se desvanece la dualidad entre el mundo experimentado y el hombre que experimenta. No hay rapto emocional, ni razonamiento, la voluntad se anula, la imaginación desaparece, la personalidad se vuelve completamente pasiva, los sentidos se aquietan. En este concepto del Pensamiento inconcebible, del puro Pensamiento, se abre el tercer ojo que le permite ver lo que siempre él es y lo que “es” ha retornado a la unidad primordial del ser Vacío infinito: a la Mente Universal.
Lo que el estudiante tiene que comprender es que allí donde aparentemente no hay nada, sino un estático Silencio, habita lo Real, donde su percepción individual no puede registrar forma o entidad alguna allí está el Yo Superior.
Ramana Maharshi, dice en sus Pláticas con respecto a eliminar la inquietud de la mente: “La mente funciona activa, embotada, distraída, latente a las tendencias: apego, rechazo y unidireccional. La mente funciona debido a una sola raíz: el pensamiento del “yo”.
“Los contactos externos (los contactos con objetos distintos de ella misma) hacen que la mente esté inquieta. El primer paso es la pérdida del interés por el no-yo. Siguen a continuación los hábitos de introspección y concentración. Se caracterizan por el control de los sentidos exteriores, de las facultades interiores, etc., que terminan en la mente que no se distrae.
Instrucciones para controlar la mente:
1.- Conquista de la voluntad: el desarrollo de la concentración.
2.- La conquista de las pasiones: el desarrollo del desapasionamiento.
3.- Acrecentada práctica de la virtud: ecuanimidad para con todos. El estado de ecuanimidad es el estado de beatitud. La declaración de los Vedas: Yo soy Esto o Aquello” es sólo una ayuda para alcanzar la ecuanimidad mental.
La esencia de la mente es solamente percepción consciente o consciencia. Sin embargo, cuando el ego la domina, funciona como la facultad racional, pensante o perceptiva. La Mente Cósmica, al no ser limitada por el ego, no tiene nada separado de sí misma y por lo tanto es solamente consciente. Eso es lo que en la Biblia significa: ” Yo soy el que Soy. YO SOY es mi nombre”.
Métodos para el cese de la actividad mental
1.- Con el examen de la mente misma, cuando se examina a la mente, su actividad cesa
inmediatamente. Este es el método del Jnana. La mente pura es el Yo.
2.- La búsqueda del origen de la mente es otro método. Puede decirse que el origen es el
Absoluto, el Yo o la Consciencia.
3.- La concentración sobre un solo pensamiento hace que todos los demás pensamientos
desaparezcan. Finalmente aquel pensamiento también desaparece.
Todos los métodos son sólo uno y el mismo, en la medida en que todos tienden a la
misma meta.
Paul Brunton
Extractado por Elisa Aliaga de Paul Brunton.- La Sabiduría del Yo Superior.
Editorial Kier

Fuente: Alcione

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