domingo, 8 de enero de 2017

Mi alma me habló. De Gibrán Khalil Gibrán.


Mi alma me habló y me enseñó a amar, mi alma me mostró que el amor se
complace no sólo del Ser que ama, sino también del amado.

Antes de que mi alma me hablara, en mi corazón el amor era como una delgada
cuerda ajustada entre dos clavijas, pero ahora el amor se ha transformado en un
halo cuyo comienzo es su final y cuyo final es su comienzo, rodea a todos los seres y
se difunde lentamente hasta abrazar todo lo que existe.

Mi alma me hablo y me hizo percibir la belleza oculta de la piel, la forma y el matiz,
me enseñó a meditar sobre lo que la gente llama feo hasta que aparece su
verdadero encanto y deleite.

Antes de que mi alma me hablara, para mí la belleza era una antorcha temblorosa
entre columnas de humo.

Ahora que se desvaneció el humo veo solo la llama.

Mi alma me habló y me hizo oír voces que no pronuncia boca alguna.

Antes de que mi alma me hablara yo no oía más que gritos y gemidos, pero ahora,
alegremente, puedo oír el silencio y escuchar sus coros, cantando los himnos de los
tiempos y los cánticos del firmamento, que anuncian los secretos de lo oculto.

Mi alma me habló y me enseñó a beber el vino que no procede de lagares, ni puede
escanciarse de copas que puedan levantar las manos.

Antes de que mi alma me hablara, mi sed era como una chispa confusa escondida
bajo las cenizas que puede apagar un sorbo de agua.

Mi alma me habló y me enseñó a tocar lo que aún no se ha encarnado; ella reveló,
que todo lo que tocamos es parte de nuestros deseos.

Ahora, mis dedos se transformaron en bruma que penetra en lo que no se ve del
Universo y se confunde con lo visible.

Mi alma me habló y me enseñó a aspirar el perfume que no emiten ni el mirto ni el
incienso.

Antes de que mi alma me hablara, yo deseaba aspirar la fragancia del perfume en
los jardines, en los frascos o en los incensarios, pero ahora, puedo gustar del
incienso que no se quema como ofrenda en sacrificio, y lleno mi corazón con una
fragancia que ninguna brisa condujo a través del espacio.

Mi alma me habló y me enseñó a decir "Estoy listo" cuando lo desconocido y la
eventualidad me llaman.

Antes de que mi alma me hablara, yo no respondía a ninguna voz, salvo a la del
pregonero que conocía, y sólo caminaba por el sendero cómodo y fácil. Ahora, lo
desconocido es un corcel que puedo montar para conocerlo, y la llanura, se volvió
escalera, y por sus peldaños trepo a la cima.

Mi alma me habló y me dijo:
"No midas el tiempo diciendo: Hubo un ayer y habrá un mañana."

Antes de que mi alma me hablara, creía que el pasado era una época que nunca
volvería y que el futuro nunca podía ser alcanzado. Ahora, me doy cuenta, que el
presente contiene a todo tiempo y que en él se encuentra todo lo que puede
esperarse, todo lo realizado y todo lo cumplido.

Mi alma me habló exhortándome a no limitar el espacio diciendo: "Aquí, allí, allá."

Antes de que mi alma me hablara, yo sentía que por cualquier parte que caminaba
estaba lejos de todo otro espacio. Ahora, comprendo que en cualquier lugar que
esté se encuentran todos los lugares y que la distancia que camino abarca todas las
distancias.

Mi alma me enseñó a estar despierto mientras otros duermen y a entregarme al
sueño cuando otros están en movimiento.

Antes de que mi alma me hablara, yo no distinguía sus sueños al dormirse, ni ellos
advertían mis fantasías. Ahora, yo nunca zarpo en el buque de mis sueños a menos
que ellos me vigilen, y ellos nunca se remontan por el cielo de las fantasías a menos
que yo los comparta en libertad.

Mi alma me habló y dijo:
"No te alegres con el elogio y no te angusties con el reproche."

Antes de que mi alma me aconsejara, yo dudaba del mérito de mi trabajo. Ahora,
me doy cuenta de que los árboles florecen en primavera y dan sus frutos en verano

sin esperar elogio, y dejan caer sus hojas en otoño y quedan desnudos en invierno
sin temor al reproche.

Mi alma me habló y me hizo ver que no soy más que el enano ni menos que el
gigante.

Antes de que mi alma me hablara yo veía a la humanidad dividida en dos clases de
hombres: una débil, de la que me compadecía, y una fuerte, a la que seguía o
resistía desafiante. Ahora aprendí que soy como ambos y estoy hecho de los
mismos elementos. Mi origen es su origen, mi conciencia es su conciencia, mi
pretensión su pretensión y mi peregrinaje su peregrinaje.

Mi alma me habló y me dijo: la linterna que llevas no es tuya y la canción que
cantas no fue compuesta en lo profundo de tu corazón, porque aunque sostengas la
luz no eres la luz, y aunque seas un laúd con las cuerdas tensas, no eres el
ejecutante.

Mi alma me habló, y me enseñó muchas cosas.
Y tu alma también te ha hablado y también te ha enseñado. Porque tú y yo somos
uno y no hay diferencia entre nosotros.

Autor:  Gibrán Khalil Gibrán.





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