martes, 18 de octubre de 2016

Sana tus heridas emocionales y abre tu corazón a tu presente.


A lo largo de nuestras vidas nos enfrentamos a diversas situaciones que pueden generarnos heridas emocionales, que a veces podemos pensar que ya son cicatrices totalmente cerradas y resulta que ante cualquier recuerdo, pensamiento, evocador de aquello que nos marcó, vuelven a abrirse, refrescando el dolor en nuestro ser.
Las heridas emocionales no se comportan de forma muy diferente a las físicas, si empezamos a curar de adentro hacia afuera probablemente no vuelvan a doler, pero si solo cerramos la capa superficial sin haber cerrado las capas internas o bien no limpiamos las heridas antes de intentar cerrarlas, presentamos un alto riesgo de complicaciones.
Qué podemos hacer para sanar nuestras heridas emocionales?

Reconocer las heridas y sus causas
Es muy cierto que el pasado ya no vuelve, sin embargo, podemos ir acumulando dolor a lo largo del tiempo y es necesario hacer una pausa para revisar, limpiar y continuar. Ubiquemos nuestras heridas, démosle las dimensiones que pensemos que tienen, ubiquemos a los responsables (en nuestra mente) y definamos qué es lo que hemos hecho para curarnos de ellas.
Aceptar
Suena trillado, pero mientras más nos resistimos a algo, mientras más vueltas le demos en nuestra mente, más probable será que no podamos curar una herida. Aceptando, concientizando la idea de que lo que ocurrió no se puede cambiar, que las cosas fueron como fueron y ya no hay nada que podamos cambiar o hacer diferente, podemos tomar una actitud diferente a lo que nos ocurrió.
Perdonar
Perdonar a todo el que nos ha hecho algún mal es un ejercicio liberador, que nos permite tirar toda la carga que nos mantiene consciente o inconscientemente atados a una situación de dolor. Perdonar es un regalo a nosotros mismos, es un acto a través del cual crecemos, sustituyendo sentimientos de ira, rencor, dolor, resentimiento, por sentimientos de paz, de armonía interna. Es importante entender que el perdón es también y quizás mucho más necesario aplicable a nosotros, quienes a lo largo de nuestras vidas podemos torturarnos con nuestros juicios de tal forma que resulte paralizante y castigador.
Abrir espacio a lo nuevo
Liberar espacio ocupado por temores, dolores, pesares y cualquier otro sentimiento y emoción negativa puede fácilmente abrir espacio a sentimientos enriquecedores, aquellos resultantes de darnos nuevas oportunidades, es cierto que en “nuestro corazón” hay espacio para todo, amor ilimitado, pero la realidad es que mientras que cierto espacio esté ocupado por sentimientos negativos, estos crean una especie de campo que repele a otro tipo de sentimientos. Soltar de corazón, sinceramente, nos permite pensar en positivo y cuando lo hacemos, nuestras emociones también se vuelven positivas.
Haciendo uso de estos recursos podremos atender nuestras heridas desde lo más profundo de nuestro ser, curándolas realmente y no escondiéndolas, permitiéndonos, independientemente del tiempo que llevamos con ellas, sanar y abrirnos paso a vivir sin las ataduras del dolor, sin arrastrar un pasado que además de hacernos sufrir en su momento, sigue haciéndose sentir a lo largo de nuestras vidas, muchas veces estropeando nuestro presente y restándonos las posibilidades de ser felices.


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