martes, 12 de enero de 2016

Un doctor obtiene maravillosos resultados escuchando a sus consultantes. Por Vivi Cervera.


Si eres estudiante de medicina, médico o consultante, esto es para ti.
En mi opinión hay dos clases de médico: aquél o aquella que quiere curar realmente y aquél o aquella que desea trabajar, ganar dinero e irse a casa. Y hay dos clases de consultante: aquél o aquella que desea sanar realmente y aquél o aquella que por raro que parezca, necesita de la enfermedad para vivir.
He estado en consultas donde me he sentido sólo un número más. Y donde el médico sólo pregunta:  ¿Edad? ¿Peso? ¿Estás haciendo ejercicio? ¿Estás consumiendo 1500 calorías por día? ¿Comida baja en grasa, mucha fruta, bebidas light, cero azucar? ¿Bebiendo 8 vasos de agua diarios? ¿Algún familiar o pariente con estos síntomas? Te harás la siguiente lista de análisis y estudios. Me los traes el miércoles.
La cita dura poco. Y cuando llegas con los estudios el miércoles, pues ni para qué te cuento. De modo que comprendo que ese profesional de la salud no ha tenido la oportunidad de ver más allá de lo evidente.
También he estado en consultas con médicos especialistas (no psicólogos ni siquiatras) donde me he sentido tratada como un ser humano: ¿Qué tal la estás pasando en casa? ¿Qué te hizo enojar tanto? ¿Alguna culpa escondida por ahí de la que quieras hablar? ¿Todo bien en el trabajo? ¿Tristeza, lágrimas, duele el alma? Hablemos. Y entonces ese médico se convierte en Dios, y te ayuda, te escucha, no mira tus amígdalas, no escucha tus latidos, no te pregunta si llevas una vida sedentaria. Los números no le interesan. En realidad mira tu pesar, tu inquietud. Escucha tu voz, tu dolor. Y escucha su corazón al considerarte un ser humano. Generalmente no te pide análisis puesto que te hace entender que necesitas perdonarte y perdonar de manera continua. Que puedes comenzar a regalarte amor propio en dosis pequeñas. Que tu cerebro produce los mejores medicamentos del mercado. Que hay otras alternativas.
Ese médico ha estudiado al ser humano, lo ha mirado de cerca, y está comprometido con la vida y con la curación.
Amo a estos médicos, que son más cada vez. Ellos parecen comprender que su consultante está ahí para ayudarles a ellos como profesionales de la salud en su aspecto personal, emocional. Ellos parecen comprender que si su consultante no es escuchad@ en casa y que si tampoco él o ella puede hacerlo, no le quedará más opción que una vida llena de pastillas hasta que llegue el fin. Y no es que hagan el trabajo del psicólogo, terapeuta o psiquiatra. En realidad hacen su propio trabajo que es corregir la causa de una enfermedad.
Escribió Moliére (El enfermo imaginario. – Tartufo.  – El médico a palos), que el ser humano muere por el medicamento y no por la enfermedad. Entonces bendigo el bien que estas doctoras y doctores siembran.
Aquí te dejo el testimonio de un médico argentino, quien es la razón de ser de esta entrada en mi blog. Esta es la carta que él me envió:
“Mi nombre completo es Miguel Alejandro Brahím. Tengo 43 años. Soy médico clínico y ejerzo en la ciudad de Mendoza al oeste de Argentina. Desde que me interesé por la medicina han pasado más de 30 años de vivirla a un nivel muy emocional. Mi padre es médico y cada día, ver cómo su estado anímico tenía que ver tanto con su profesión, y al escucharlo contar sus historias con tanta pasión, pude descubrir que la medicina era el camino para lograr ser y hacer lo que sentía. Como puedes intuir, soy un enamorado de mi profesión, y más allá de eso, creo que jamás perdí mi esencia con el título.
Si puedo decirte que soy un apasionado de lo que hago, tiene mucho que ver con lo que llamo, medicina emocional. Esto es colocar mi sensibilidad, como una herramienta más dentro de la medicina que es parte de mi vida desde estudiante. Por otro lado soy un enamorado de la vida, un soñador empedernido.
Te cuento que el video tuyo del Ho’oponopono (meditación en español), lo conocí debido a una paciente que me vio mal porque en ese momento yo pasaba por una tórpida separación. Tengo dos hijas de 13 y 21 años, ahora sí que te imaginarás que ir a vivir solo en ese momento con todas las crisis que produce una separación no fue fácil. Me costaba comunicarme con la mamá de las nenas y sentía cada noche la soledad de saber que mis hijas no estaban en la otra habitación. Después de ver y escuchar ese video fue increíble el cambio que experimenté, supongo que en actitudes y visión de la situación. Ese cambio ayudó a que la mamá de mis hijas sea una de mis mejores confidentes y amiga. Este lo apliqué sobre mi trabajo, les pedí referencias posteriores de sus cambios y en un 80% de ellos los cambios fueron similares, lograron armonía en muchos aspectos de su vida.
Atiendo unos 400 a 500 pacientes por mes, es un número muy alto de buenos resultados y prácticamente ya forma parte de mi terapia médica. Soy de los pocos que prestamos atención a los pacientes, los escuchamos y los dejamos hablar de sus emociones (considero por experiencia que no existe enfermedad sin trastorno emocional). Así que debo agradecer tu atención y sin conocernos te considero una de mis más grandes amigas de la vida. Te dejo mis datos para tener tu amistad por el medio que desees. Y si viajas a Mendoza alguna vez aquí estaré esperando para una linda charla y algún rico vino.
Lo Siento. Perdóname. Te Amo. Gracias…
Dr. Miguel Alejandro Brahím.
Mi correo oficial es este mismo: yaos72@gmail.com.
@aleyaos en Twitter. En Facebook https://www.facebook.com/aleyaos.”
Mi respuesta para Miguel fue:
Gracias Miguel por compartir tu experiencia con la meditación, por compartirla con tus consultantes, por enseñarle a las personas que como tú dices, una enfermedad no viene del azar, que hay emociones atrapadas detrás. Gracias por ayudar. Desde este punto de vista, la dolorosa separación que viviste, te dejó grandes satisfacciones. Felicidades por lograrlo, por superarlo, por salir adelante de algo que hiere como pocas cosas en la vida.
Gracias por considerarme tu amiga, es un honor. Y bueno, si un día voy por Mendoza, espero que podamos compartir la charla y un vino.
Un abrazo de poder.
(También le pedí autorización para publicar sus palabras, lo que él aceptó encantado).
Gracias por leernos.
Por Vivi Cervera.
http://vivicervera.com/

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