miércoles, 27 de enero de 2016

El final de una relación. Por Vivi Cervera,


Hay relaciones que duelen, que lastiman, que maltratan tanto y que "hechizan" hasta el punto de no poder soltarlas, hasta el punto de quedarte atrapad@ en ellas absorbiendo todo el dolor que fabrican, asimilando resentimiento, rencor y la impotencia de saberse en un hueco cuya salida está demasiado alta.

Entonces lo que se hace verdaderamente heroico es el amarse por estar en esta situación, amarse por no poder entender a la otra persona, amarse por querer irse y no poder hacerlo. Esto sin ayuda es una tarea casi imposible. Y la mejor ayuda posible es incluir al amor por ti en tus experiencias dolorosas porque sólo así podrás decidir con tu corazón y no con tu conciencia de recuerdos. Sólo así podrás sembrar flores en un abismo.

Hay un punto en el que decidirte a dejar la persona que te hace daño (novi@, espos@, pareja, hij@ o herman@), o decidir el final de una relación no es algo que debas hacer tú, porque aunque aparentemente está en tus manos, la verdad es que no es así. Por eso quien puede decidir qué es lo que puede servir o no, a tus propósitos es esa otra parte tuya que es divina, omnipotente e infinita: Tu Ser Superior (para muchas personas el Espíritu Santo, para los hawaianos el Aumakua).

Cuando una relación amorosa ha dejado de funcionar, lo más probable es que te sientas casi que obligad@ a continuar en ella porque in conscientemente necesitas lo que te proporciona. Sientes que no rescatas nada, pero ahí permaneces. Es como si todas esas discusiones y desacuerdos fueran el combustible que mantiene en funcionamiento tu vida.  Pero no es así.

Esa relación es la que mejores cosas puede darte. Expándete a ella.

¿Cuántas veces has tomado tus cosas, te has ido de la casa para nunca más volver y siempre has vuelto? ¿Cuántas veces te has marchado pero sólo en tu mente? ¿Cuántas veces le has gritado a esa persona que le dejarás para siempre y no lo has hecho? ¿Cuántas veces te has dicho a ti mism@ que esta fue la última vez que te hicieron daño pero continuaste ahí?
Muchas.

Precisamente porque lo que necesitas sanar es tu necesidad de ser herid@, tu deseo inconsciente de seguir ahí y tu adicción a los ciclos permanentes de amor/odio. Ir al fondo de ti mism@. No al fondo de la otra persona, que precisamente está ahí para que puedas mirarte. O mejor dicho, mirar tus memorias y sanarlas.

¿Cómo regresar ileso?

Un perfecto inicio es amar todas esas partes de ti. Las que se fueron, las que volvieron, las que no desean irse, las que desean volar. Amarlas por todo aquello que no sabes que ellas te regalan, te obsequian, te dan.
Feliz inicio de semana.
Gracias por leerme.
http://news.vivicervera.com/

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