martes, 20 de octubre de 2015

LO QUE DIFERENCIA A UN BUEN TERAPEUTA.


Existen multitud de terapias y de técnicas orientadas para mejorar la salud física y emocional de las personas. Ya sean terapias convencionales como terapias alternativas, todas tienen un elemento común: la importancia de la relación que establezcamos con el cliente, esto que parece tan obvio es la base de que el proceso terapéutico funcione y podamos ayudar a la persona que viene a consulta.

¿Cuántas veces hemos ido a la consulta de un médico, que tras esperar en la sala de espera media hora, nos ha despachado en 10 minutos sin casi darnos oportunidad para explicarle qué nos pasaba y cómo nos sentíamos? ¿Cómo nos hace sentir eso? ¿Crea en nosotros un sentimiento de confianza hacia ese profesional?

Todas los profesionales (enfermeras, abogados, educadores, terapeutas…) que se dedican a trabajar con personas deberían tener unas herramientas y unas bases de psicología. No podemos decir “no, yo es que soy reflexóloga y solo trato a nivel físico” Sería hacer un tratamiento parcial, pues la salud depende de lo físico-orgánico, lo emocional y lo mental, no podemos tomarlo como realidades independientes porque la persona es TODO, y una de las áreas influye en las otras dos. El objetivo como terapeutas, de la especialidad que sea, es ofrecer tratamientos holísticos y completos a nuestros clientes.

Tenemos que aprender a ver más allá de los síntomas con los que viene una persona a consulta, ¿qué nos están diciendo esos síntomas? ¿Dónde está el origen? ¿Cuál es nuestro objetivo: reducir los síntomas o llegar al núcleo que los está causando? Para ello es imprescindible tener unas buenas capacidades de escucha, lo que se llama el Counseling o el arte de escuchar. Escuchar con atención plena a la persona que tenemos delante, sin juzgar con respeto y empatía, sin dar soluciones prefijadas. Es importante saber hacer las preguntas que ayudarán a la persona a descubrir su mejor opción, a llegar al centro del problema.

A menudo tras aplicar alguna de las técnicas de sanación, como puede ser el Reiki o el Masaje Metamórfico o las Constelaciones familiares surgen muchas emociones, se desbloquea esa energía que había estado congelada o reprimida y la persona se encuentra con mucha tristeza, o enfado, o inseguridad. Y aquí reside la importancia de tener recursos para ayudarles a integrar todo lo que va saliendo emocionalmente. No sería ético “despertar” todas esas emociones y dejarles volver a casa en ese estado.

Recuerdo una mujer que vino a consulta totalmente destrozada pues en una regresión había “recordado” que había sufrido abusos en la infancia, se sentía totalmente devastada, con mucha tristeza y un gran sentimiento de culpa. Tras esa sesión no tuvo un apoyo para integrar y trabajar el doloroso acontecimiento vivido en la infancia. Esa persona necesitaba para empezar un espacio donde se sintiese protegida y con confianza para poder emprender un trabajo para sanar a su niña interior y dar salida a todas las emociones que llevaban años ocultas. Lo primero que utilizamos fue la técnica de EFT, una técnica del campo de la Psicología Energética que se basa en la Medicina Tradicional China y cuyo objetivo es la liberación de las emociones negativas, el primer paso era rebajar la intensidad de esas emociones que no le permitían funcionar de manera óptima en su día a día.

A través de la Inteligencia Emocional pudo ir entendiendo lo qué sentía, cómo lo sentía y cómo podía manejar esas emociones inteligentemente, sin que la desbordasen y entendiendo que todas las emociones tienen una función, que el “no hacerles caso porque duelen” nos deja cojos, pues las emociones son llamadas de alarma de que algo no va bien y necesita solución.

Nuestra manera de manejar lo que sentimos lo hemos ido aprendiendo desde pequeñitos y hemos ido formando nuestra personalidad a lo largo de las diferentes etapas del desarrollo, en cada etapa tuvimos unas necesidades afectivas (sentirnos vistos, queridos, importantes, valorados…) y para satisfacerlas desarrollamos una gran variedad de estrategias, elegimos las que más atención nos aportan y descartamos las que no lo hacían o nos traían consecuencias negativas. Por ejemplo, si en nuestra casa no se nos permitía estar tristes “porque eso es de débiles” y nuestros padres estaban encantados cuando ayudábamos con nuestros hermanos pequeños y en tareas de la casa, pudimos desarrollar la estrategia de “es mejor ser buena y pensar en los demás” y no permitirnos estar tristes. A los 7 años todas estas decisiones están tomadas y establecemos lo que desde el Análisis Transaccional se llama “El guión de vida”, una decisión tomada en la infancia como la mejor manera de sobrevivir y no ser rechazados o abandonados. Fue nuestra mejor opción pero ¿sigue siéndola después de 30 años? ¿Seguimos queriendo desempeñar un papel que nos limita a ser cualquier otro que deseamos ser?

¿Habéis sentido alguna vez que parece que se repite la misma historia una y otra vez? Parece que tenemos patrones de relación y siempre elegimos el mismo tipo de hombre o de mujer. ¿Cómo puedes ayudar a una persona que viene a consulta por una ruptura de pareja y que dice “otra vez me han engañado, no sé cómo lo hago pero siempre atraigo a ese tipo de hombres/mujeres”? Esto está muy unido al guión de vida del que hablábamos antes y es necesario hacer una reflexión sobre cómo vivimos la Sexualidad y las relaciones con los demás.

Cuando somos niños no sabemos quiénes somos y vamos formando nuestra imagen de nosotros mismos en función a lo que nos reflejan nuestros padres y nuestro entorno, y esos mensajes los grabamos como verdades absolutas que con el paso del tiempo se convierten en nuestras creencias, pero ¿son todas las creencias positivas? ¿O tenemos creencias que nos limitan? “Hay que tener cuidado con los hombres, no son de fiar”¿Es una creencia propia o heredada? ¿Es realmente cierto que ningún hombre es de fiar? Si tenemos un hijo, ¿él tampoco es de fiar?

Las personas tenemos dos tendencias curiosas… Una de ellas es aceptar cosas en nosotros mismas y negar sus opuestos. Tendemos a ver la realidad en extremos: o es bueno o es malo, o soy generosa o soy egoísta, o soy débil o soy fuerte. Pero el simple hecho de que exista una polaridad implica que existe su contrario, no puede haber luz sin el concepto de la oscuridad. Para integrar esas dos partes que son nuestras, para poder reconocernos en las partes que negamos la terapia Gestalt hace una trabajo precioso, nos ayuda a tomar responsabilidad de nuestra vida y de los que nos pasa, nos invita a mirarnos con valentía desde lo que somos aquí y ahora… y es que la segunda tendencia curiosa que tenemos las personas es que solemos estar o proyectados en el futuro (preocupados por cosas que no han pasado, haciendo planes a largo plazo, anticipando…) o anclados en el pasado (dando vueltas a cosas que pasaron, cosas que no podemos cambiar, sintiendo que nuestro pasado nos define, sintiendo miedo de que vuelva a suceder…) y en cualquiera de las posiciones (pasado o futuro) nos estamos perdiendo lo único que tenemos: el ahora, donde realmente somos.

Llega un momento en que conseguimos ser honestos con nosotros mismos y sabemos quiénes somos y qué vida queremos vivir, ¿cómo llegamos a ello? ¿Con fuerza de voluntad? ¿Y de dónde nace esa fuerza? Es interesante entender cómo funciona nuestro cerebro y cómo nos motivamos. Conocer el funcionamiento de nuestro cerebro mejorará nuestra fuerza de voluntad y nos ayudará a identificar esas trampas que a veces nos ponemos para no conseguir lo que nos proponemos. En este punto es interesante conocer las técnicas de Coaching que pueden ayudar a nuestros clientes a conseguir sus objetivos.
Marina Moran
Psicóloga y profesora del Instituto de Terapias Energéticas
www.intitutoterapiasenergeticas.com

http://shekinahmerkaba.ning.com/


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