martes, 16 de junio de 2015

"La espiritualidad y las emociones positivas ayudan a recuperar la salud".



Stella Maris Maruso, de la Fundación Salud, impulsa a los pacientes a una participación activa en sus tratamientos.
En general se considera al cáncer como una enfermedad meramente física, a la que hay que combatir y se deposita la posibilidad de curación absolutamente en el médico. Como fundadora y directora de la Fundación Salud de Buenos Aires, Stella Maris Maruso busca contribuir a un cambio de paradigma sobre los conceptos de salud y patología. "La mayoría de nosotros, educados en la ciencia médica occidental, tendemos a considerar la enfermedad como una especie de falla mecánica del cuerpo, que requiere de un mecánico debajo del capó para reconectar los cables y reemplazar las partes. La sanación es una cuestión de significado, una respuesta integral que busca entender la experiencia de una enfermedad como parte esencial de la vida".
Desde la Fundación Salud brindan asistencia a personas que atraviesan crisis severas (debido a enfermedades graves como el cáncer) y ofrecen un plan de salud personalizado, diseñado por un equipo interdisciplinario, con el objetivo de potenciar los recursos internos para realizar los cambios vitales que posibiliten el regreso a la salud.

Maruso es autora de los libros "El laboratorio del alma" y "El laboratorio interior", tanatóloga, discípula de la doctora Elizabeth Kübler Ross, conferencista internacional en el área de psiconeuroendocrinoinmunología (Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, Estados Unidos, España, Portugal, Italia, Filipinas).

—¿El abordaje integral de la patología ya está instalado en la sociedad?
—El abordaje integral dejó de ser un proyecto para convertirse en una realidad, y hoy en día ya no se discute la relación entre el cuerpo y la mente y su impacto directo sobre la salud y la enfermedad. Hoy tenemos los conocimientos necesarios para reeducar al paciente entrenándolo en el campo de la nutrición, en el manejo de las emociones, en establecer vínculos sanadores, en cómo combatir el estrés, creando así nuevos y saludables hábitos de vida. La psiconeuroendocrinoinmunología (Pnei) ha aportado muchísimo para enseñarnos los mecanismos intrínsecos del estrés y cómo éste afecta en forma negativa a nuestro sistema inmunológico. Dicho sistema, contrario a lo que se creía antes, es muy dinámico. Está constantemente interconectado con el cerebro y con el sistema endocrino, pero fundamentalmente ha aportado claridad al establecer las bases bioquímicas de la relación entre la mente y el cuerpo.

—¿La medicina alopática ya tiene incorporado este concepto?
—Nosotros trabajamos sin tregua por el fortalecimiento de un nuevo paradigma en la relación médico-paciente en el que la medicina aporta lo mejor que tiene para el tratamiento de las enfermedades, incorporando la participación activa y responsable de sus pacientes, impulsándolos a activar todos sus recursos internos. Todavía hay médicos que siguen separando la cabeza del cuerpo, que niegan la influencia de las emociones o de la espiritualidad en la salud. Pero afortunadamente cada vez son más los profesionales que reconocen el potencial para crear salud que existe en cada paciente.

—¿Qué importancia tiene el rol activo del paciente?
—La salud no está sólo en manos de los médicos, sino que son los mismos pacientes quienes deben involucrarse personalmente en el proceso de curación. La participación de quien está enfermo no es un recurso alternativo o complementario, sino que resulta vital en la recuperación de la salud. Según este enfoque, el que se sana no es el paciente sino la persona. Por eso el corazón de la sanación en nuestro abordaje es atender los diferentes niveles del ser de una persona, sus aspectos físicos, psicológicos, espirituales, sus relaciones, su entorno y las interrelaciones entre todos esos niveles.

—¿Qué proponen para contribuir a restablecer la salud?
—Creemos que se le puede crear al cáncer un medio hostil que permita al organismo desarrollar los mecanismos intrínsecos del individuo para hacer frente a la enfermedad. Hay herramientas (como la meditación, hábitos de alimentación saludables, juego, risa, baile, ejercicios de inteligencia emocional) para que el paciente pueda afrontar lo que suele suponer el reto más importante de su vida. Es importante que el organismo esté preparado para colaborar con los tratamientos convencionales que tenga que afrontar, llámese cirugía, quimioterapia, inmunoterapia o una combinación de todos ellos.
—¿Qué rol cumplen las emociones y la espiritualidad a la hora de emprender un camino de sanación?
—Actitudes, creencias y estados emocionales desde el amor hasta la compasión y desde el miedo hasta el resentimiento y la rabia, pueden desencadenar reacciones que afectan la química interna optimizando o debilitando nuestro estado funcional. Las emociones negativas, pensamientos tristes, depresivos, la ansiedad, el miedo, sentimientos de soledad, aislamiento y vulnerabilidad producen cambios en la química del cerebro y tienen un efecto perjudicial en la fisiología del cuerpo. Las emociones positivas que registra el cerebro, el entusiasmo, el vivir con integridad y al servicio de los demás, el descubrir un propósito en la vida pueden aumentar la capacidad del sistema inmunológico.

—¿Cómo transformar a la enfermedad en una oportunidad de aprendizaje?
—Las crisis en general nos colocan frente a una encrucijada, dos caminos posibles: interpretar ese peligro como algo terrible que viene a arruinarnos la vida, preguntándonos "por qué a mí" o como una posibilidad de dar a luz lo nuevo, de máxima creación, de nacimiento, preguntándonos "para qué a mí". Están las personas que al enfrentar situaciones límites, se aventuran a parirse a sí mismos, trascendiendo los límites de la mentalidad ordinaria, tornándose extraordinarios al dibujar nuevos caminos de pensar, de percibir la realidad, de gestionar las emociones y encarar los desafíos que les presentó la vida.

Stella Maris Maruso creó la Fundación Salud movilizada por una experiencia personal. Tiempo atrás a su padre los médicos le pronosticaron pocos meses de vida luego de hallarle un cáncer de próstata con metástasis. A pesar del diagnóstico, hizo una remisión total y vivió dieciocho años más libre de cáncer. Fue él quien le demostró a Maruso que la espiritualidad podía sanar.
Esta experiencia marcó un antes y un después en su vida. Antes era una mujer de negocios, graduada en ciencias políticas, y escéptica. Después llegó a dictar conferencias sobre curación espiritual en medicina en los destacados centros de salud del mundo. Fue así que descubrió que su vocación estaba en el acompañamiento y ayuda a personas con enfermedades graves.
Desde la Fundación sostienen que todos contamos con un grandioso potencial para sanar heridas en el cuerpo y en el alma, además creen que es posible una remisión espontánea, que es la mejoría o curación inesperada de una enfermedad.
Le dan un rol clave a las emociones, considerando que las emociones reprimidas vulneran nuestro sistema inmunológico igual que el estrés y las creencias que se instalan en nuestro cerebro en forma de redes neuronales, determinando respuestas adictivas a nuestra forma de percibir y reaccionar en la vida. Las emociones y las creencias pueden controlar el comportamiento y la actividad genética, y por tanto, el desarrollo de nuestras vidas.
Además consideran que podemos aprender a enfrentar situaciones adversas y salir fortalecidos tornándonos resilientes. Entendiendo por resiliencia a la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límites y sobreponerse a ellas. Más información en la página www.fundacionsalud.org.ar

http://www.lacapital.com.ar/

No hay comentarios.:

Publicar un comentario